En los conciertos acostumbramos a “limpiar” el
ambiente sonoro del recinto, haciendo sonar tres cuencos
metálicos del Tíbet y los crótalos antiguos.
El ambiente sonoro se limpia al final del disco con esta pieza, presentando bloques similares de silencio como se expusieron desde el comienzo en Silencio I, pero terminando con unas "Variaciones sobre 4:33 de John Cage".
Música
• Tres cuencos tibetianos, crótalos antiguos y armónicos vocales, sólo en la edición en disco compacto físico Guarapiche Blues
(2020) y en esta página. No existe en la versión en
línea vía distrokid.com.
• CD Guarapiche Blues
(2020)
• En YouTube (Audio)
A diferencia de las interpretaciones
acostumbradas de esta pieza, la famosa obra de Cage es aquí
“ejecutada” dentro de un espacio musicalmente definido y
expresado por medio de su estructura. El silencio musical se
termina igualmente con un elemento sonoro de la pieza, el "ding"
al final. Esta inserción de un silencio de 4:33 minutos de
duración dentro de un espacio musical, nos permite escucharlo
puro y absoluto, un silencio que se convierte en un espacio de
tiempo, como así lo indica correctamente su nombre: 4:33.
En las ejecuciones de la obra de Cage,
el ambiente sonoro del recinto o sala de concierto en donde se
encuentran los oyentes y el ejecutante, se confunde con la
escucha de su pieza porque no hay diferenciación entre el
ambiente de sonido y la composición. Cage jugó con esa
ambigüedad del "silencio" y se debe admirar especialmente el
logro de traer a consciencia la existencia, al azar, de un
entorno sonoro ya que el silencio, fuera de la música, no se
puede percibir.
Para "escuchar" o percibir el
silencio dentro de la música, se propone una segunda variación
de la composición de John Cage en la última "pista" del álbum.
En este caso, no es una banda sonora, ni siquiera un espacio
de tiempo en silencio como en la anterior, ya que 4:33 minutos
sin música, incluso dentro de un espacio de tiempo
musicalmente definido como se presentó anteriormente, es
imposible ser percibidos por los humanos, solo en casos
especiales de un yogui en estado de meditación profunda. Para
percibir un silencio musical, necesitamos sentir el tiempo, y
eso sólo es posible si tenemos como persona oyente individual
o en grupo, un sentido recurrente del pulso, es decir, un
sentido del ritmo.
Aquí tenemos un maravilloso
intercambio de estados: 1. Silencio ambiental, que es un
sonido suave que generalmente llamamos "silencio" pero que
realmente, no lo es; a 2. Un espacio de tiempo como en la
composición de Cage, con la ambigüedad de no tener un umbral
para percibir cuando escuchamos el entorno sonoro o el
silencio de su pieza; a 3. Silencio II en el que
tenemos un trozo de silencio puro dentro de una estructura
musical pero que aún permanece como un trozo de tiempo
medible; a 4. Ahora en Silencio
III tendremos un silencio musical puro como tiempo
musical percibido al proporcionarse un pulso, es decir, el
silencio se convierte en ritmo puro, pero ... a través de
estímulos que no estén en el mundo sonoro, de lo contrario ¡no
tendríamos ningún silencio!.
Entonces, aquí está: podemos
percibir estructuras de tiempo musical a través de diferentes
sentidos además de escucharlas, siempre y cuando los pulsos
regulares caigan dentro del dominio musical (± 40-200 ppm),
percibidos a través del tacto, la luz o el movimiento visual:
Tómese de las manos con un compañero, proporcione un pulso a
través de la luz, un director o balancee su cuerpo o
presionando sus dedos sobre las manos, y manténgalo durante
4:33 minutos: Silencio musical real y puro, ¡ahora como
ritmo!.
Para obtener más información
sobre este fascinante tema, consulte el artículo "En Torno al Silencio".
Para más información sobre el activismo ecológico de Ozono
Jazz para salvar el Sonido de la Tierra, ver la parte de abajo
del portal web: https://ozonojazz.com