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Luis Felipe Ramón y Rivera

(Tomado del artículo ``Breve semblanza de la vida de Luis Felipe''
por Isabel Aretz, Anuario FUNDEF 1993)

Patria Chica y Patria Grande

Luis Felipe nació en San Cristóbal, y los avatares de la vida lo hicieron trashumante desde niño; pero siempre San Cristóbal fue una meta. Allí volvió indefectiblemente una y mil veces, como todos los tachirenses que hoy lo rodean en Caracas la patria grande. Su obra de investigador, indudablemente, pertenece a Venezuela toda, y trasciende fronteras, pero su música está enclavada allí en sus Andes inmensos, en tanto son su expresión inigualable. Por ello su obra musical es inseparable de la tierra que representa, aunque muchas de sus piezas hayan sido escritas en lejanía.

Estudios y Actividades Musicales Etnomusicológicas

En 1928 Luis Felipe Ramón y Rivera estudia teoría y solfeo con el Maestro Vicente Emilio Sojo en la Academia de Música y Declamación (hoy Escuela de Música ``Jos Angel Lamas'') de Caracas. Entre 1930 y 1934 aprende violín y viola con los Maestros Miguel Angel Espinel, Franco Medina y Ascanio Negreti. En el mismo período, realiza estudios de armonía con Miguel Angel Espinel y Juan Bautista Plaza. En 1945 estudia instrumentación de banda con el Maestro Vicente Ascone, Director de la banda Municipal de Montevideo. Y en 1946 realiza estudios de etnomusicología y folklore en el Instituto Nacional de Musicología de Buenos Aires, con el Profesor Carlos Vega y con Isabel Aretz. Luis Felipe regresa al país en diciembre de 1946, en momentos en que Juan Liscano ha fundado el Servicio de Investigaciones Folkl&oricas Nacionales y es allí, y luego en el Instituto Nacional del Folklore, en su calidad de director desde 1953, en que habrá de desarrollar a lo largo de veintitrés años y hasta su jubilación, la parte más fructífera de su labor como regente del desarrollo de los estudios folklóricos en el país. Bajo su dirección se desarrolla no solo la investigación folklórica a lo ancho y largo de Venezuela-como lo prueba su propia y rica bibliografía, sino la formación de los archivos del INAF y archivos de provincias, y luego propicia la creación del Centro de Formación Técnica de folklore (CEFORTEC) para los maestros del país, así como del Museo Nacional del Folklore, la publicación del Boletín del Instituto del Folklore (1953-1965) y de la Revista Venezolana de Folklore (2da época) (1968-1975).

Además, en 1953 dejó creada la Orquesta Típica Nacional, la que dirigió hasta 1963 y a la cual brindó su repertorio.

Los Años Tachirenses

Estos comenzaron con su asentamiento en San Cristóbal en diciembre de 1938. En febrero de 1939 crea la Junta ``Pro Arte'', la cual reanimó el ambiente artístico de San Cristóbal y de otras ciudades importantes del Edo. Táchira. A la vez crea la Orquesta de la Junta Pro Arte, con la cual ofreció audiciones de la música típica tachirense en los actos que celebraba en el Salón de Lectura de San Cristóbal y en Liceos y otras entidades culturales del Estado. En 1942 fundó la Escuela de Música del Táchira con un cuerpo de tres profesores, institución inicial del organismo que en 1947 recibió el nombre de Academia de Música ``Miguel Angel Espinel''. En abril de 1945 Ramón y Rivera viajó a Montevideo con una beca del Gobierno Nacional. Sobre esta salida nos dejó esta bella descripción:
...Cuando el avión levantó el vuelo sobre las playas de mi país, verdes de cocoteros y rojos en las hileras de sus casas de tejas, yo miré por primera vez en mi vida, experimenté lo que el pájaro o el condor están acostumbrados a mirar y sentir. La sensación de vuelo. Se levanta la nave, se alza sobre la hilera de piedras y oleaje de la playa, y entonces logré presenciar algo único, que no se puede ver en tierra: Bordeando la larguísima playa, sobre las aguas, yo descubrí una inmensa esmeralda que con la luz del sol irradiaba profusos y fuertes verdes, y debajo de las aguas brillaban también como gemas, piedras de verdor alucinante.

Todo fue, todo me pareció entonces como un presagio, como el preludio de una vida nueva, distinta, a la de aquel niño pobre, delgadito y débil, que el San Cristóbal de 1920 vio salir un día de sus entrañas con un cargamento de música, de ilusiones y de poesía...

La Nueva Vida

En dicienbre de 1946 Luis Felipe regresó a Venezuela, exactamente cuando Juan Liscano había logrado la Fundación del Servicio de Investigaciones Nacionales, y desde ese momento, Juan y Luis Felipe estuvieron ligados por una amistad entrañable de la que formé parte con nuestro casamiento.

En 1948 Luis Felipe y yo regresamos a Buenos Aires, donde cumplimos diferentes actividades musicales. Luis Felipe se hizo director de orquesta creando un conjunto latinoamericano y escribió su primer libro sobre los Tonos de Velorio de Venezuela.

En 1952, con el regreso definitivo a la patria, se dedicó de lleno a la investigación, y a su difusión a través de la cátedra y de publicaciones.

En 1966 pudimos ampliar el horizonte con nuestra salida a Centroamérica y EE.UU. como Becarios Guggenheim y luego trabajamos en Ecuador , sentando posteriormente en Venezuela las bases del Archivo Interamericano.

Luis Felipe dirigió el INAF hasta su jubilación en 1977 y luego se dedicó a escribir con gran fruición publicando sus diferentes libros sobre música tradicional de Venezuela, trabajo que alternó con las clases que dictó hasta poco antes de morir. Estos trabajos los compartía con la composición musical, la poética y la prosa. Sus ``Memorias de un Andino'', y sus ``Pueblos tachirenses'' habla de su amor por la tierra natal; pero también le preocupan los diversos problemas sociales y culturales del país como dan cuenta de ellos sus cartas a El Nacional y numerosos escritos, incluyendo los versos de su última obra musical titulada ``Aguinaldo de la Esperanza''.

Luis Felipe amó intensamente la vida e hizo todo lo necesario para prolongarla durante su larga y penosa enfermedad.

Pero estaba claro de que

... ``Somos partículas infinitesimales del Cosmo. Estamos de paso en la tierra por un azar divino, experimentamos en ella el incomparable bien de pensar, ver, oir, sentir esta realidad vital que es nuestro paso consciente por la vida... y al llegar la muerte comprender que ese momento es necesario; que nosotros, partículas divinas pensantes provicionalmente, fulgimos y nos apegamos en un segundo, en un instante de luz semejante a aquel que en las noches profundas fulguran las luciérnagas''.

Ramón y Rivera, Director del INAF

La obra de Ramón y Rivera frente al INAF se puede dividir en tres etapas: La primera comprende los años 1953 a 1965, cuando el Instituto dependía de la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación; la segunda va desde la creación del INCIBA hasta la creación del CONAC en 1975; la tercera desde esa fecha hasta su jubilación, en 1977. La primera etapa se caracterizó por el gran impulso que se dió a la investigación del folklore nacional y a las aplicaciones del folklore a la Educación. Cuando en 1965 Ramón y Rivera hace el recuento de las actividades para el traspaso del Instituto al INCIBA, se habían realizado 63 viajes de investigación, además de numerosas prospecciones no oficiales para el estudio de temas especiales del folklore. Para esa época había en la Biblioteca de INAF diez volúmenes empastados que contenían los informes inéditos de los viajes; el catálogo de música tenía asentados 3.326 fonogramas; se había transcrito 2.512 piezas musicales y 22.548 piezas de literatura oral; el archivo fotográfico era fiel reflejo de toda la actividad folklórica del país; se había firmado treinta documentales sobre fiestas y otros aspectos del folklore nacional; se había colectado y fichado 989 piezas del folklore material y arte popular y 335 piezas del folklore anímico, todas ellas con el fin de crear u Museo de Folklore. Existían numerosas publicaciones, realizadas sobre todo con vista a la enseñanza del folklore desde la escuela y se habían estudiado y publicado los principales bailes nacionales. Había salido a la luz el Manual del Folklore Venezolano del que soy autora, el cual sigue editando Monte Avila, y salía regularmente el Boletín del Instituto de Folklore (desde septiembre de 1953 hasta diciembre de 1965).

Con el pase del INAF al INCIBA continuaron las actividades con menor impulso, pero se arribó a la creación del Instituto Interamericano de Etnomusicología y Folklore (INIDEF), creación solicitada en varias reuniones internacionales y el cual obtuvo desde su creación los auspicios de la OEA. Se creó el Museo Nacional de Folklore y se fundó el Centro de Formación Técnica del Folklore (CEFORTEC) (año 1971) dependiente del Departamento de Folklore del INCIBA, del cual dependía también el INAF. Por entonces Ramón y Rivera con sus colaboradores promueve la reactivación del folklore, da impulso desde el CEFORTEC a la formación de profesores y de jóvenes investigadores y prepara un Plan Nacional de Folklore que debía ser considerado por el CONAC en formación. Además, entre 1968 y 1974 publicó la Revista Venezolana de Folklore, 2a. época, que contiene valiosas colaboraciones de especialistas de diferentes paises, y que ingresó a importantes bibliotecas del mundo.

Desde 1975, con la creación del CONAC, las actividades del INAF se reducen aún más por falta de presupuesto para las mismas. Cesa la publicación de la Revista Venezolana de Folklore y de las monografías, y las actividades posibles quedan concentradas en cursos, cursillos y conferencias.

En estas circunstancias, Ramón y Rivera prefiere pedir su jubilación y el instituto pierde su larga experiencia, que a partir de entonces vuelca en libros y en la asesoría académica del INIDEF, Instituto que lo conquistó para aprovechar sus conocimientos y vitalidad.

Cuando Ramón y Rivera deja el INAF, los informes de viaje se habían podido elevar apenas a trece (tres más que en 1965), y el archivo de cintas había llegado a 4.966 fonogramas (tenía 3.326 en 1965). Pero Ramón y Rivera deja encendida la llama de muchos jóvenes que solo esperan la oportunidad para continuar la larga y valiosa obra y quedan sentadas las bases para la implantación del folklore en la educación, llevada exitosamente a cabo durante la primera etapa, cuando el INAF dependía del Ministerio de Educación, la cual fue revivificada en el documento ``El Folklore y la Educación venezolana'', producido poco antes de salir del INAF. Deja además en marcha el proyecto para la creación de un conjunto artístico que debía denominarse ``Bailes Venezolanos'', así como el proyecto para la creación de Archivos Regionales del Folklore en las Universidades del país, proyecto que debía implementarse como se hizo en Mérida.

Viajes de Investigación

Por la lista de viajes que damos a continuación, [omitida] se puede apreciar como fueron avanzando los estudios del folklore nacional a lo largo y ancho de su territorio, y como el director del INAF fue incorporando nuevos técnicos a la investigación, los cuales a su vez formaron valiosas colecciones y proyectaron sus conocimientos, sobre todo en el campo de la Educación: caso de Miguel Cardona, José Clemente Laya, Alvaro Fernaud y Abilio Reyes fallecidos lamentablemente cuando por sus respectivas edades podía esperarse mucho más de ellos, y activo hasta nuestros días Gustavo Silva.

Los viajes de Ramón y Rivera fueron realizados casi siempre en equipo conmigo, hasta que en 1967 el INCIBA me confirmó la Dirección del Folklore Nacional de la cual dependía el INAF, y en 1971, la Dirección del Instituto Interamericano de Etnomusicología y Folklore creado a fines de 1970.

Por otra parte, al crearse los fundamentales organismos de cultura, el INCIBA primero y especialmente el CONAC después, los directivos de los mismos dieron mayor prioridad a la difusión de la cultura académica con desmedro de la cultura popular, y el INAF, que hasta 1965 era valioso apoyo del Ministerio de Educación, y que en 1971 logró todavía expandirse en el CERFOTEC y el Museo de Folklore, poco a poco empezó a carecer del presupuesto requerido, al mismo tiempo que los viajes de investigación se hicieron sumamente onerosos ( nosotros hemos viajado con 20,oo Bs diarios, en tanto ahora un investigador cuesta 240,oo Bs. por día), los directivos tenemos que mendigar las publicaciones de los trabajos, porque en tanto organismos no especializados poseen altos presupuestos para realizar toda clase de publicaciones, los institutos que debieran infundir ampliamente sus trabajos no disponen de presupuesto para ello. Tampoco hay posibilidad de reponer equipos y ni siquiera de adquirir los repuestos necesarios. Es altamente desalentador para un director de instituto, ver sus colecciones amenazadas por falta de fumigación o por falta de extractos de humedad y de control de temperatura, o por falta de equipos contra incendios.

Todo ésto explica, después de años de lucha, que un director con amplias facultades intelectuales, pida su jubilación...