Política Cultural
Folklore Musical:
Su Investigación en Abandono

El Diario de Caracas
1-10-1999

Emilio Mendoza
https://ozonojazz.com/emilio/

La clave para lograr la afinación de nuestra identidad común e histórica, la comprensión de sus valores culturales, y el desarrollo de la autoestima nacional y latinoamericana, es la investigación de nuestro folklore. No obstante, desde hace dos años y medio esta actividad en el área musical yace completamente en desidia.
Para los administradores de los institutos autónomos de cultura y las Direcciones de Cultura de las gobernaciones, folklore es un sinónimo de circo y fiesta: el bochorno en la plaza, cerveza, banderitas de cigarrillos y refrescos, una música amplificada a niveles atropellantes que siempre termina en tecno-changa, indiferentemente si la celebración es para San Juán, Diablos o Cruz de Mayo. El denominador final es el mismo panorama acostumbrado que refleja nuestra inclinación cultural: el bonche. Culto, espiritualidad, tradición, arte popular, valores familiares, comunales y regionales se están borrando rápidamente de nuestra esencia hacia un gran manchón etílico, donde nos enorgullece aceptar la embriaguez como característica principal del buen ser venezolano.

Basta asistir a la meca de este culto arraigado en las drogas lícitas, que paradójicamente se celebra en Semana Santa en Playa del Agua, Margarita, para quedarse perplejo de cómo las estrategias corporativas "culturizan" a nuestros jóvenes en el consumo de alcohol y nicotina con un tetero musical. En la conquista de nuestros aborígenes por los europeos, la música fue el dulce anzuelo para lograr la violación cultural de las víctimas y su transformación al catolicismo, dada la facilidad y atracción de los indígenas por la música.

La contradicción es inacechable ya que las compañías productoras de nuestros peores vicios "venezolanos" son justamente las que se han encargado de financiar  la investigación y difusión del folklore, a niveles exquisitos, cubriendo el vacío estatal de políticas en torno a la cultura popular tradicional.

Todavía no conocemos ni en rumores qué va a hacer la presente administración del Conac con esta área, contando con sus dos flancos externos, la Fundación de Etnomusicología y Folklore (Fundef) y la Dirección Nacional de Artesanías, además de la cuestionada Dirección G. S. Desarrollo Regional. ¿Se van a amalgar los tres organismos en uno (Fundef)? También se ronronea la fusión de Fundef con Funves, la Fundación Vicente Emilio Sojo, ya que ambos se encuentran al final de la lista de presupuestos de los entes tutelados del Conac y se podrían ayudar mutuamente, quizás en una misma sede. La Fundación Sojo se encarga de la investigación y difusión de la música académica venezolana. En términos actuales, en el mundo de la investigación musicológica no se diferencia la música étnica o folklórica de la académica como si fueran pilares antagónicos, simplemente se tratan como músicas que se estudian en casos específicos.

Desde mediados de 1997 hasta hoy en día se eliminó toda investigación etnomusicológica en Fundef. Si bien los conciertos dominicales que recientemente se han iniciado (¿cuánto durarán?) cumplen una acción noble en la difusión de personalidades importantes casi en el olvido general, la infraestructura no es todavía la más adecuada para este propósito y se está gastando un presupuesto cuantioso para lograrlos, que al dar prioridad a las necesidades, debería adjudicarse a la investigación. Es contradictorio que su presidenta Yolanda Salas apoye esta actividad que existía antes de su gestión y que tan duramente había criticado y opuesto. Pareciera que después de todo, Fundef iba por buen camino y la inserción de Salas en el instituto fue un manejito de titiaros.

Otros esfuerzos individuales y descoordinados para la investigación de las tradiciones musicales son mantenidos por algunas fundaciones personales auspiciadas por el Estado. Dentro de estos castillitos que se pisan las mangueras en pro de sus ombligos, se puede nombrar a la Fundación Afroamérica de Jesús Chucho García y Finidef, anteriormente de Isabel Áretz que, al irse a la Argentina, se la entregó a Ronny Velázquez.

La única persona en Venezuela que ha conseguido acreditarse como Magíster en Etnomusicología es Carolina Rodríguez, galardonada nacionalmente con el "Premio I. Aretz 1997" de Fundef que incluía todos los gastos para así graduarse en la Universidad de Tuft, Boston. El premio ofrecía dentro de sus bases la contratación en Fundef a su regreso, lo cual le ha sido ilegalmente negado por Salas. La función de Rodríguez era de iniciar una etapa completamente nueva en la investigación etnomusicológica de nuestro país, fundamentada en estudios superiores internacionales, después de la presencia por más de 40 años de los conceptos de Ramón y Rivera/Áretz y sus súbditos, precursores pero ya obsoletos ante las nuevas realidades. El premio quedó chucuto y la investigación sigue en abandono.

Vamos a esperar a ver por fin qué se decide.