Clarinetes Tropicales
El Diario de Caracas
10-12-1999
Entre la opción orquestal y solista, la generación de los músicos de excelencia de las orquestas juveniles que alcanzaron su madurez han desarrollado ensambles de música de cámara de calidad internacional. El Cuarteto de Clarinetes nos muestra su calibre este sábado a las 5:00 pm en el Teresa Carreño con un repertorio particularmente americano.
El músico de orquesta tiene la comodidad del
pelotón. No tiene que ocuparse de escoger el repertorio, no
padece la ansiedad de la
incertidumbre si el concierto se llena o si no viene nadie. Es
el director quien
recibe los aplausos pero en quien
recae toda la responsabilidad del evento. El músico de orquesta
puede
tener una vida decente como
cualquier ingeniero o comerciante y hasta poder formar una
familia sin
necesidad de trasnocharse y conducir
una vida noctámbula matando tigres en locales, tarea inevitable
pero odiada por toda esposa de
músico.
Existen dos alternativas de carreras que
ofrecen una vida normal para el intérprete musical: una es la
actividad docente privada o dentro
de una institución, y la otra es la ejecución en una orquesta.
De las dos
profesiones la más estable y mejor
remunerada es la orquesta sinfónica. En ésta el músico cobra su
salario
religiosamente si cumple con el
horario establecido de ensayos y conciertos, por lo menos en
teoría: En el
caso de nuestras orquestas, el
músico intérprete es el trabajador con más paciencia en
nuestra sociedad,
con capacidad de aguante de un
promedio de ocho meses sin cobrar. No tengo información de cuál
orquesta de las 146+ de Venezuela
mantiene el récord mundial "MP" (Meses sin Pagar), pero habría
que
incluir un rubro para los músicos
pensionados de las orquestas que fácilmente se llevarían el
galardón. Y
lo extraño es que a pesar de ser
profesionales del sonido, ninguno hace ruido al respecto.
Los intérpretes que puedan aguantar la
presión del éxito y su competencia, la soledad de la práctica
interminable diaria, los cuartos de
los hoteles, la musiquita del lobby y la ropa enmaletada, se
aventuran
a la carrera como solistas. Dentro
del medio de la música sinfónica y "clásica", donde todos los
músicos
tocan el mismo repertorio y se
visten igual, es difícil sobresalir de las masas. Es todo
lo contrario de lo
que sucede en la música popular y
comercial donde cada figura se perfila y se vende como un
artista de
personalidad, repertorio,
interpretación e indumentaria muy individuales. ¿Cómo se destaca
un virtuoso
joven pianista, tocando las mismas
sonatas de Beethoven o los Waltzes de Chopin que se han tocado
ya
por miles de solistas de primera
clase en todo el mundo? Si graba un disco compacto, ¿qué puede
ofrecer
el solista para sobresalir que ya no
exista en el mercado clásico?
Muy fácil: repertorio nuevo. Los
instrumentistas que quieran destacarse y diferenciarse necesitan
sólo
tocar piezas inéditas de
compositores venezolanos y latinoamericanos. Esta música es
virtualmente
desconocida. En el mejor de los
casos, pueden acercarse a los compositores y pedir un
encargo hecho a
la medida del intérprete y así todos
salen ganando. La música de nuestro entorno cultural es tan
fuerte
que el nuevo instrumentista
venezolano usualmente tiene un pie en el mundo académico y otro
en el
popular y folklórico. Puede
interpretar con propiedad a Bach como dispararse un Pajarillo
recio. Esta
doble personalidad es una ventaja
que inmediatamente salta y reluce en los ámbitos internacionales
cuando se presentan nuestros
músicos. Tocan con certeza académica y con pasión del goce
popular.
Un término medio entre la masa anónima
orquestal y la vida corta-garganta del solista es la música de
cámara o de pequeños ensambles:
dúos, tríos, cuartetos, quintetos. El pequeño formato exige más
calidad
instrumental y artística que la
orquesta y por ende más satisfacción creativa, y no se sufre el
aislamiento
competitivo del virtuoso solista. El
sistema de orquestas juveniles en su cuarto de siglo de
existencia ha
generado un linaje de
instrumentistas, jóvenes aún, pero muy profesionales. Estos han
constituido diversas
agrupaciones profesionales y
semi-profesionales de las cuales se destaca una con gran
relieve: El Cuarteto
de Clarinetes de Caracas.
Fundado por Jorge Montilla, Orlando
Pimentel, Víctor Salamanqués y Carlos Bello en 1988 esta
agrupación ha representado a
Venezuela en 15 países incluyendo una gira por Beijing, China en
1998. Se
ha presentado junto a artistas de la
talla de Paquito D’Rivera, Manhattan Transfer y Arturo Sandoval
además de haber sido invitados para
abrir los festivales de clarinete en Bélgica, Texas, París,
Costa Rica y
Ecuador. El Cuarteto ha tocado en
todos los estados de nuestro país menos cuatro, ha sido
galardonado
con el Premio Nacional del Artista
en 1996 y tiene dos discos compactos, el segundo "Aires
Tropicales"
de 1997 con el afamado saxofonista y
clarinetista Paquito D’Rivera. Recientemente grabaron el tema
"El
Papagayo" de Iván Pérez Rossi de
Serenata Guayaneza para el CD "Ofrenda para un niño" de Ilan
Chester. Coronaron este año
apareciendo en la portada de la revista El Dorado Nº 4 de Buenos
Aires,
publicación especializada en los
instrumentos de viento de Latinoamérica.
¿Cómo se destaca esta agrupación de las
demás? No bastaría su alta capacidad demostrada en el dominio
técnico y expresivo de sus
instrumentos y cohesión de grupo. Estos son requisitos
indispensables para
sobrevivir en la plataforma
internacional. El éxito sorprendente de estos "chamos",
desconocido orgullo
de nuestra tierra, recae en el
"delicado equilibrio en los límites entre la música
académica y la música
popular" citando sus propias
palabras, y por su esfuerzo en estrenar obras dedicadas a la
agrupación de
13 compositores venezolanos.
Compruébelo usted mismo este sábado cuando podrá oír piezas de
Astor
Piazzolla, Paquito D’Rivera, George
Gershwin, Heitor Villa-Lobos, Aldemaro Romero y Hermeto
Pascoal, entre otros. Suena bien.
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