¿Sobrevivirán las orquestas en la nueva Venezuela?

Orquestas en Extinción
El Diario de Caracas  26-11-1999

Emilio Mendoza
https://ozonojazz.com/emilio/
Ilustración: Iván Estrada
Por problemas inaplazables y por ser un lujo cultural, las orquestas venezolanas pueden convertirse en una especie en proceso de extinción.
composEn el medio musical artístico ha surgido un sentimiento generalizado de insatisfacción, un mal sabor, un huele-raro de sorpresa, resultado de un hecho que nos recuerda a la Venezuela que todos queremos dejar definitivamente atrás: el conflicto de los cuatro músicos despedidos de la Orquesta Filarmónica de Caracas por groseros, su reenganche forzado por mandato incomprensible de la Subcomisión de Cultura de la ANC y la renuncia consecuente de la presidenta de la orquesta, Josefina Benedetti y de toda su directiva. Otro problema más de las orquestas, pensaríamos ya acostumbrados a las querellas tradicionales de este sector.

Pero sentir abatida la omnipotencia de la ANC en acción incoherente con sus funciones que se dispara por razones puramente de amiguismo con el grupo de Luis Morales Bance, es una frustración generacional que compartimos con Benedetti. Como joven de turno dedicada a la administración cultural del país, rechazar categóricamente con su renuncia este proceso divino de "Gran Palanca" fue la única alternativa acertada. No obstante, la discordia persiste en la Filarmónica, aunada por el mutismo burocrático acostumbrado del nuevo CONAC y se deja pensar en el peor escenario que llevaría la contienda a un final silencioso: eliminar la orquesta o amalgamarla a otra agrupación.

Caracas es una ciudad excepcional en el mundo de la música artística porque tiene cinco orquestas profesionales, la Bolívar, Ayacucho, Sinfónica Venezuela, Sinfónica Municipal y la Filarmónica. La tendencia global aún en los países del primer mundo es la reducción de este aparato instrumental por lo costoso que representa su mantenimiento en dependencia con el estado o con sociedades filantrópicas. Es fácil entender que esta situación es un remanente de la otra Venezuela, la saudita y que jamás ninguna de estas agrupaciones de más de cien músicos cada una, podrá autofinanciarse  o sobrevivir autónomamente. Menos aún cuando hay cinco orquestas en Caracas y mínimo 141 en todo el país con las orquestas juveniles e infantiles. ¿Qué les va a suceder en el nuevo camino de la Venezuela pobre?

Como sistema a punto de cumplir 25 años, las Orquestas Juveniles e Infantiles han desarrollado una labor social incomparable a otro programa que atienda al sector joven, a pesar de su esencia mixta, efectista, a veces ambigua e indiscutiblemente exitosa del punto de vista político. No es un programa de enseñanza musical por autodefinición, pero se evalúa por sus logros estrictamente musicales al ser oídos los pequeños sinfónicos por las audiencias internacionales más exigentes. El sistema ha absorbido todas las facetas del mundo musical, pero estemos de acuerdo o no, José Antonio Abreu cambió con su sistema a la Venezuela musical y le agradecemos su esfuerzo titánico. El tema que nos concierne es cómo van a sobrevivir tantas orquestas en una Venezuela quebrada, sin la varita mágica que ha logrado conseguir y mantener inmensurables aportes para este sistema, después de Abreu. ¿Tiene el sistema relevo en su personal con equiparable talento financiero y político? ¿Es un sistema saudita inadaptable a la nueva realidad venezolana? Esperemos que sus nuevos líderes puedan adecuar  los aires del cambio que se le avecinan.

Para el Estado resultará oneroso mantener cinco orquestas funcionando, si además pudiera resolver los conflictos continuos que éstas generan. El instrumental sirve únicamente para ofrecer en vivo un repertorio musical de un segmento muy pequeño de la historia de la música y de la geografía cultural, sin duda de alta importancia. Según un estudio del compositor Wílmer Flores para su tesis de grado en la UCV, en un período de cinco años las orquestas venezolanas han servido insignificantemente para la difusión de obras de nuestros maestros, práctica que aún persiste.

El clímax en las posibilidades expresivas del repertorio sinfónico se alcanzó con los impresionistas franceses Ravel y Debussy, con los post-románticos Strauss y Mahler, y con Stravinsky hace un siglo exactamente. El arte de la orquestación dejó de evolucionar después de este período de grandiosidad con la excepción de algunos cambios en la primera mitad del Siglo XX por compositores norteamericanos como Cowell, Ives, Varese y Cage. El hecho de que las orquestas se aferren exclusivamente a un repertorio centroeuropeo de apenas doscientos años las ha convertido en una pieza de museo sonoro, desvinculadas de una presencia y vigencia cultural. Dentro de la pluralidad de culturas musicales a que nos exponemos hoy en día y la diversidad de accesos que contamos, la orquesta sinfónica se transformará paulatinamente en un accesorio de lujo para pocos, como es el caso de la ópera. Como la composición para orquesta es una actividad que puede tomarle al compositor diestro un par de meses de dedicación exclusiva, sin una remuneración correspondiente a este tiempo y esfuerzo, ningún creador emprenderá esta tarea, para que además nunca se la toquen. He aquí el antídoto para la desaparición de las orquestas: si auspician  la creación y difusión de nuevo repertorio, volverán a tener sentido de vida en su sociedad. Orquestas, o encargan  obras o se dejan morir.

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