En espera por la revolución que no ha sucedido

Emergencia Cultural
El Diario de Caracas  28-1-2000

Emilio Mendoza
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En la agenda de renovación del país hay un grave faltante. El eslabón que permitirá una reforma verdadera del venezolano se mantiene todavía ausente de la política del Estado por una Venezuela nueva, cuando Vargas nos señala el deterioro que llevamos por dentro.
La transformación en Venezuela ha cobrado cambios en muchas áreas importantes. Es muy temprano todavía para tomar consciencia de los nuevos paradigmas alcanzados y evaluar si estamos realmente mejor o peor que antes, ya que nos mantenemos aún inmersos en el torbellino incesante del proceso y falta un trecho difícil por andar. ¿Estamos hartos ya de cambios? ¿Responderemos todavía con interés y determinación en las mega-elecciones venideras?

A pesar de que el gobierno no ha mostrado todavía una política económica clara, los indicadores se mantienen con tendencia favorable hacia la recuperación. En poco tiempo hemos dado un vuelco radical a la situación política y judicial del país, alterando columnas sólidas clavadas en nuestra sociedad como los partidos políticos tradicionales. Esperemos con paciencia activa hasta el final de la última tanda, las elecciones, para evaluar si la nueva plataforma del país que se habrá forjado en estos dos años va a funcionar o si ha sido todo una demencia personal y una perdida fatal del tiempo nacional.

Venezuela es actualmente un cuerpo enredado pero con potencial para caminar adelante, aún después del atolladero que le jugó la madre naturaleza. La tragedia de Vargas se ha sumado forzadamente a la sensación generalizada de incertidumbre, donde para muchos de nosotros la vida ha tenido que arrancar desde cero otra vez. Nos retrasó la agenda de recuperación nacional, pero como producto colateral del desastre y del peligro, nos hizo sentir unidos con fe en nuestra capacidad humana de respuesta solidaria, palpamos brevemente una Venezuela altamente positiva: Nos hacía falta restablecer nuestro amor propio colectivo después de la dicotomía generada por el "Si/No" y por la contienda antecedente entre el viejo y el nuevo sistema.

Al mismo tiempo, al no poder culparnos sino a nosotros mismos por la tragedia ocurrida ? la naturaleza es impune y soberana sobre los humanos ? nos damos cuenta de nuestro poco nivel de planificación urbanística, de la improvisación y desidia, la falta de control e implementación de normas, de los estragos de la corrupción y dolorosamente, de nuestra pésima condición moral demostrada por saqueos, violaciones, destrucción rabiosa y ajusticiamiento de limpieza oficial.

¿Qué somos realmente? Con la tragedia causada por los humanos en Vargas, nos da vergüenza propia y profunda el estado moral del venezolano. No fueron sólo los pobres los que saquearon y mataron. No podemos deshacernos fácilmente del sentimiento de "fueron ellos". Según el estudio social de la UCAB, tanto los pobres como gran parte de los ricos en Venezuela son igualmente incultos. De cualquier nivel social, ocupacional y de cualquier edad nos sorprende el flagelo del desquebramiento de nuestra esencia humana, de nuestro vacío cultural.

Dentro de la estrategia de cambio de Chávez, complicada y asombrosamente exitosa hasta ahora, es claro observar una ausencia completa de atención por la cultura. No hay otra manera de reformar la moral sino con la lenta educación de los valores culturales. Pero el mismo Ministro Navarro lo acepta en promesa de que finalmente le toca al gobierno hacer algo por este sector. Dos encuentros frustrantes e inservibles se han orquestado entre el gobierno y los principales actores de la cultura, dejando al panorama político-cultural en el mismo estado desde hace dos años: En nada. Existe tanta contradicción y duplicación administrativa entre el Ministerio que albergará a la cultura  y el CONAC que sospechamos que este último se eliminará muy pronto. ¿Cuándo se hará efecto la reestructuración de este organismo? ¿Quién manda, Armas o Navarro? El CONAC está igualmente lleno de contradicciones de poder, los problemas como el de la Filarmónica persisten en no poderse resolver, falta simplemente atención enfocada por la cultura y como que estamos a lo último de la lista. Si no cambiamos culturalmente por dentro como venezolanos, seguiremos siendo vergonzosos y desmoralizados, y ningún cambio verdadero se podrá lleva a cabo. Ninguna estructura nueva política, judicial ni administrativa podrá funcionar si como seres humanos estamos corroídos y podridos. Lo sentimos mucho, señor Presidente, pero aquí está usted fallando radicalmente y Vargas es sólo una breve muestra de cómo estamos y cómo seguiremos siendo sino se cambia la prioridad de atención a nuestras necesidades urgentes.