Siglo XXI: La Muerte del Hombre Percusionista
El Diario de Caracas 6-8-1999

Emilio Mendoza
https://ozonojazz.com/emilio/
La tendencia desde hace más de quince años en la mayoría de la música de las culturas urbanas de occidente, es de convertir al percusionista en un programador "aprieta-botones", un operador especializado en los sofisticados sintetizadores que existen para percusión.

Estos incluyen muestras sonoras digitales que reproducen fielmente a un gran número de instrumentos, que, al formarse en una secuencia por el percusionista de la nueva era digital, cubren las necesidades rítmicas del 90% de la música que escuchamos hoy en día en los medios. No obstante, todo oído humano con cierta costumbre musical reconoce de inmediato que se utilizó una máquina y no a un ser humano por la falta de micro-variaciones, es decir, por la ausencia de riqueza. El sintetizador normalmente repite el mismo sonido o formula rítmica asignados: más barato para producir, pero ostinante para oír.

Es duro aceptar el fin del percusionista asociado con sudor y magia ritual que se involucra físicamente con el instrumento; difícil no imaginarse al consagrador de ritmos involucrado con el movimiento catártico de su cuerpo, con el tacto en la membrana, con la energía visceral del golpe.

Siempre los vecinos se han vuelto locos con cualquier adolescente enfiebrado por la percusión, y peor aún si logró establecer su grupo de rock, salsa o gaitas. Con los cueros digitales nuestro joven no es más una amenaza a la siesta colectiva, ya que puede escucharse a sí mismo tocando a través de unos audífonos. Para él representa además una gran ventaja empacar en una pequeña bolsa estos tambores, o más bien sartenes digitales, ahorrándose el trabajo de todo percusionista tradicional: la interminable cargadera de peroles.

La amenaza digital a la vida del percusionista se originó en 1983 con la aparición del entendimiento o protocolo llamado MIDI (Interfaz Digital de Instrumentos Musicales), que normalizó la conexión entre el instrumento musical y la computadora. El poder de esta tecnología es tal que con un sintetizador MIDI, conocido como "teclado", una sola persona con un buen aporte de creatividad puede tocar y grabar en su casa todos los instrumentos que conocemos y además cobra por todos los músicos que ahora no son más empleados.

El final del Siglo XX nos trajo el MIDI con las computadoras, pero también nos abrió la consciencia de la comunidad global y del respeto a la diversidad mundial. Los instrumentos de percusión, por su heterogeneidad cultural, ayudan de la mejor manera al músico darse cuenta de la existencia de diferentes "músicas". Logra apreciar que la música, la expresión cultural del hombre a través de sonidos no es universal, como usualmente se considera, por el hecho de basarse en diversas culturas del globo.

El instrumental electrónico desarrollado por nuestra cultura urbana inutiliza los brazos del percusionista y elimina la actividad musical en grupo. Pero nuestra sociedad se caracteriza por un aislamiento físico aberrado, acentuado aún más por la alta tecnología informática y comunicacional que nos enreda. En contraste, gerentes de compañías citadinas, aprendiendo de culturas menos tecnócratas, han encontrado como solución para integrar los diferentes estratos de su personal, la ejecución de percusión en conjunto donde, sin atención a posiciones, segmentos raciales ni de clases, sus miembros se comunican felizmente con el ritmo.
No se olvide de tener en su casa un tamborcito.