Susurro (1977)
Susurro II (2008)
Emilio Mendoza

 para coro mixto o versión electrónica

Composición de música electrónica sin instrumentos electrónicos.
Composición espacial dentro del Proyecto AVIA (Audiovisual Integrated Art),
Susurro II incorpora ajustes a la versión original del 1977, en la dimensión física de profundidad y es una propuesta de Música Visual con video en construcción.

1977, 2008 / 9 min. 09 sec.
  

Partitura
Edition Nomos, Athens. SubVerlag Gerig, Cologne, luego Breitkopf & Härtel, Wiesbaden, ahore en ArteMus, San Antonio de los Altos.
Score PDF in English & Deutsch


Ejecuciones destacadas de Susurro:

Ejecuciones de Susurro II


Referencias
Oltra García, Héctor. (2013). Biografía, Catalogación de Obra y Aproximación al Lenguaje Musical del Compositor Valenciano D. Vicente Ramón Ramos Villanueva (1954 – 2012).”Tesis de Maestría. Universidad Politécnica de Valencia, Valencia, España. Director de tesis: Juan Cerveró. Pag. 37, 38.

Oltra García, Héctor. (2019). LA EXPRESIÓN ESTRUCTURADA. Trayectoria vital y creativa del compositor valenciano Ramón Ramos Villanueva (1954­-2012).
 Valencia: EdictOràlia Llibres i Publicacions, ISBN: 978‐84‐945465‐8‐7. 

Grabación
Studio des Robert Schumann Instituts, Düsseldorf, Alemania, 1979. Neue Musik Ensemble, Director: Alfredo Rugeles.

Grabación
mundos

CD Mundos - Emilio Mendoza. Caracas: ArteMus, 1998.

susu
Susurro es una composición espacial realizada a través de un color sonoro muy especial: el ruido blanco. Su ejecución se puede realizar con una coral mixta o con sintetizadores (ahora computadoras). En 1978 se programó una versión electrónica auspiciada por la compañía EMS Electronic Music Studios de Inglaterra con seis sintetizadores "Synthy" en escena, pero debido a no poder encontrar el personal y entrenarlos a utilizar los sintetizadores se tuvo que recurrir a la versión vocal para su ejecución en Darmstadt con una coral de estudiantes de medicina de Düsseldorf, amigos de la residencia universitaria de la Strümpfel Straße, pero con una amplificación sofisticada de seis canales independientes en manos del técnico Michael Feller.

Posterior a este concierto fue grabada en los estudios del Instituto Robert Schumann, dirigida por Alfredo Rugeles, con el ingeniero de sonido Michael Feller, cuatro compositores haciendo cada voz en conjunto (Ramón Ramos, Alfredo Marcano, Paco Estévez, Emilio Mendoza), grabando cada voz por pistas. Con este audio, el autor intentó ejecutar la versión audiovisual para percibir el desplazamiento físico del sonido en versión visual de la pieza, con una batería de seis aparatos de diapositivas tipo "carrousel" que se podían programar, pero no funcionó y el concierto se tuvo que cancelar.

Cuatro consonantes, ss, sh, gh, r, son alteradas por la boca para utilizar una gama de altura relativa entre agudo o grave, sin ninguna emisión de sonidos de altura determinada, es decir, sonidos susurrantes, o ruido blanco. La coral está dividida en cinco grupos que se ubican de izquierda a derecha (A1 - A5) y un sexto grupo B está repartido en todo el espacio de la tarima, es decir el sonido "mono".

La pieza utiliza material temático de contenido espacial, donde ideas se mueven hacia o desde el centro hasta los extremos en la izquierda y derecha de la coral, con sonidos continuos y de fácil lectura rítmica. Desde septiembre, 2007 hasta el 2008, Susurro fue adaptada para el Proyecto AVIA iniciado por el autor como proyecto de Año Sabático de la Universidad Simón Bolívar con el estudiante de Maestría en Composición, Gabriel Peraza, en función de realizar la traslación exacta espacial entre la música y lo visual. Se incorporó el elemento de profundidad (axis y) además de otros arreglos, convirtiéndose en Susurro II.

Fue escrita en la Isla de Formentera, una de las islas Baleares al lado de Ibiza en el Mediterráneo español. Había dejado mis efectos personales en una casa de un amigo estudiante del Robert Schumann, Düsseldorf, mientras viajaba a Londres a visitar a mi hermano Claudio. Al regresar del viaje, me encuentro con que el amigo se había vuelto a Israel y su casa estaba vacía. Tardé un mes en encontrar a las personas que se ocupaban de vaciar y limpiar las casas alquiladas, y al fin fui a visitarlos a ver si me decían qué había pasado con mis libros, partituras, ropa y corotos. Me encontré a una señora peliroja, Rosie, con un ojo morado por un golpe, quien tenía gripe. Vi en su casa no solo todos mis efectos personales que afortunadamente no los habían botado ni revendido todavía, sino también un sitar que me atrajo fuertemente la atención. Me senté a tocarlo un rato y la señora Rosie le encantó como sonaba, abrió las ventanas porque entraba el sol y me dijo que yo era un presagio, lo cual ella traducía a su necesidad de cambio y fin a su vida hasta ahora en problemas y peleas con su pareja. Al día siguiente me trajo todos mis peroles y me invitó a viajar a Formentera con ella, todo pago, a buscar su pasado hippie feliz de nuevo. Al próximo día  de haber llegado a Formentera, en un octubre tranquilo ya con menos turistas, Rosie, quien me había invitado a pasar tres semanas en la isla, se desapareció. Como yo no tenía dinero, sobreviví comiendo gofio, naranjas, y tocando mi cuatro en la playa a los turistas alemanes. Aparentemente Rosie buscaba un pasado de los años sesenta de época de hippies, LSD y música hindú que había disfrutado en esa bella isla de salinas, molinos y turistas desnudos.

Cuando retomé el avión de vuelta a Alemania, Rosie no estaba presente, y presumo que se quedó con su pasado. De todas maneras la estadía me ayudó a reponerme completamente de una impotencia generada por un despecho agudo que mantenía con mi novia venezolana Ariana Tarhán quien no me acompañó a Alemania, y le agradezco a mi amiga ausente Rosie, con quien pasé sólo una noche fabulosa, a la llegada a Formentera, lo que me limpió la impotencia sabiamente. Pasé las tres semanas escuchando el murmullo de las olas, el viento rozando mis orejas grandes mientras me desplazaba en bicicleta por las playas, rotando la cabeza mientras iba a velocidad para filtrar el ruido blanco producido, y traté de incorporar en la partitura la sensación de soledad, abandono, desamor y muerte. En el último día, ya terminada la pieza Susurro, conocí a una alemana bella y sonriente con quién seguí luego en Düsseldorf una relación de unos meses, ya virilmente repuesto.

Susurro pertenece al submundo del habla sin vocales, de las flores muertas sin color, de la presencia apenas notable en la penumbra del espacio delgado entre la vida y la muerte, entre el murmullo ruido de fondo y el silencio. Si el ser humano se siente en riesgo de vida al estar rodeado por lo desconocido en la oscuridad, la percepción  espacial-sonora pasa a ser un sentido primordial para la sobre-vivencia. Si es difícil entenderla, imagínese que está a la orilla del mar escuchando el oleaje, o mejor aún, su resultado sonoro es similar al sonido muy de cerca de la piel acariciada, como hacer el amor con micrófonos de contacto en todo el cuerpo. Susurro es difícil de encasillarla: no es música típica para coro porque no se utiliza la voz, y al mismo tiempo es música completamente dentro del pensamiento de música electrónica pero sin utilizar ni un sólo aparato eléctrico ni digital. Ahora, desde el 2007, pasó a ser música visual a través del Proyecto AVIA., en pleno desarrollo y se espera producir un video con la misma estructura temporal y espacial.